viernes, 21 de septiembre de 2007

Técnicos


Pasaron cosas. Marini se fue de Newell's y Eduardo López no le encuentra sustituto. Nadie quiere dirigir al club rosarino, y no es precisamente por su posición en la tabla del campeonato de los descensos. Extraña situación si se tiene en cuenta que en el fútbol siempre hay gente dispuesta a hacer cualquier cosa. Una de las más comunes es que cuando todavía no terminó de irse un entrenador ya hay otro que está negociando su llegada. No es el caso del club del Parque.


Marini se fue porque no estaba dispuesto a que lo apretaran. El domingo lo hicieron, pero él resistió. El jefe de la barra brava de Newell's y empleado de López entró al vestuario y le dio un cabezazo. Es el tipo al que le dicen Pimpi, a quien el gesto no le salió gratis. El técnico respondió a su ataque con una trompada. Hubo insultos cruzados y ningún policía que custodiara a Marini y a los jugadores que acababan de perder con Central. El entrenador se enfrentó con dignidad a la patoteada, pero no quiso seguir porque sabe quién mandó a su agresor y no quiso exponerse a situaciones más complicadas. No vale la pena.


El apriete salió en los diarios, sobre todo en los porteños (Olé, Clarín, La Nación), y todo el ambiente futbolístico se enteró. Era improbable que la tapa de Olé del martes pasara desapercibida en ese ámbito por más que el miércoles Marini desmintiera todo (Olé, Clarín, La Nación). Quizás por eso ahora ningún técnico quiere venir a Newell's. Es casi seguro que es por eso, entre otras cosas porque la Asociación de Técnicos le sugirió a sus afiliados que no lo hagan. Durarían poco tiempo y el algún momento se enfrentarían a López y su ejército de violentos, liderados por Pimpi Caminos, el ex mechero (así le llama la policía a los ladronzuelos que roban en las tiendas del centro) que echó a Marini y que volverá a hacer lo mismo con el que lo suceda cuando el presidente de Newell's se lo ordene.


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